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miércoles, 2 de febrero de 2011

El Ex-presidente

El había planificado todo perfectamente, hasta el más mínimo detalle lo tenia contemplado en su plano arquitectónico, según sus cálculos todo saldría como lo había pensado y no fallaría absolutamente nada, como primero paso tenía el fingimiento de un infarto que lo sacaría del país sin ningún problema y así duraría todo el tiempo que quisiera en el extranjero, para poder disfrutar del dinero que se había robado cuando era presidente de la republica durante cuatro años, en los cuales acumuló una riqueza mayor que la de cualquier magnate petrolero en el mundo, (que es mucho decir).

El era abogado de profesión la cual la había ejercido durante muchísimos años defendiendo criminales, ladrones y todas clases de delincuentes claramente declarados, y con esa agilidad extraordinaria que había acumulado en el ejerció del derecho y que siempre posen los abogados del patio todo le había salido perfectamente como él esperaba, simulo como le había dicho, primero un infarto el cual estaba trazado en el plano y así logró fácilmente salir del país evadiendo de una manera descarada la injusticia de nuestra patria, perdón quise decir la justicia de nuestra patria (ni usted se dio cuenta del error, verdad que si, (si sé eso, lo dejo así)).

Estando ya en el extranjero, gozoso de lo que había hecho y satisfecho hasta lo sumo de su gran maniobra, entonces comenzó la difícil tarea de gastarse desmedidamente el dinerito que le había robado al pueblo que tanto confió en el; lo primero que compró fue un lujoso apartamento en uno de los lugares más exclusivo de todo los Estados Unidos de América, luego con carácter de urgencia también compró un elegantísimo automóvil alemán tipo deportivo para el solito y a cada uno de los miembros de su familia le compró otros no menos costosos para que no se pusieran celosos, siguió con la difícil tarea de gastarse el dinerito que se había robado, comprando muchísimas ropas de diseñadores súper famosos que él nunca había oído (fue tanto así que un traje que él compró costo muchísimo más que todos los sueldos ganado por la domestica de la casa, que dicho sea de paso le crió a sus dos hijos y trabajó como una burra toda una vida con ellos, y al final la despidieron sin darle un solo centavo), pero no se quedo todo ahí él siguió el derroche y compró joyas, zapatos costosísimos e hizo muchísimos regalos a sus amigos y allegados, de repente se parecía a Santa Claus (aunque no tenía la enorme panza), mas bien se parecía a el ser humano mas generoso existente en la faz de la tierra, por tantos regalos que hacía.

Lo que él nunca se imaginó fue que el destino le tenía a él también un regalito bien guardado, ni remotamente le pasó por la cabeza tal tontería y fue entonces así como por arte de magia que a eso de las once y media de la noche le llegó repentinamente y de una forma verdadera el infarto mortal que no toco ni siquiera la puerta, ni preguntó si podía entrar a su lujosa mansión, solo llegó y así se apoderó de él, como si fuera un espíritu maligno, como si fuera una ola violenta, que arrebata la arena en contra de su voluntad y la sumerge al mar, así mismo entro aquel horrible infarto en la vida del ex presidente, creo que fue el mismo infarto que él tanto había planificado para poder salir con su familia del país, creo que si, aunque este era más feroz y malo, llegó tan de pronto que no dio tiempo a nada, cuando llegaron al hospital ya estaba casi muerto, pero los médicos se movilizaron agitadamente, atendiéndolo de inmediato, haciendo todo a su tiempo y con una efectividad impresionante, haciendo casi milagros, pero aun así no hubo forma de revivirlo, aparentemente todo fue en vano ni el dinero que se robó bastó, pero gracia a ese mismo dinero que le había robado al estado, lo tenían ahí, si señor, como si fuera en exhibición, tendido en una muy cómoda cama de hospital, moribundo, hecho todo un vegetal, sin poder mover ni un dedo, con los ojos bien abiertos y despabilados para ver todo lo que se movía, sin poder pestañar siquiera, con los oídos activados escuchando lo mas mínimo, pero para su felicidad aun tenia toda su riqueza la cual se había robado impunemente del pueblo que tanto confió en él.

De inmediato la noticia corrió en su país así mismo como corrió Félix Sánchez en los juegos Panamericanos Santo Domingo 2003, ¡huuaao!, fue tan rápido que ni lo vi cuando cruzó, fue como un verdadero relámpago, así mismo también corrió la noticia del ex presidente, primero llego a una ciudad en el norte del país, que me parece era su ciudad natal y allí los habitantes se alegraron muchísimo del gran hecho producido por Dios, luego la noticia corrió por la región del cibao por completo y allí también lo celebraron con mucha algarabías y hasta con fuegos artificiales, luego la noticia corrió por el sur y también por el este y lo mismo fue en estos lugares, también hubo mucha celebración, en fin, en cada uno de los rincones de la media isla y donde quiera que llegó la noticia del infarto del ex presidente la gente celebró el acontecimiento con gran jubilo y mucho gozo, excepto unos cuantos, de algunos sectores poderosos de la sociedad, que fueron cómplices con él haciendo lo incorrecto en la patria de Duarte. (por cierto, si Duarte se hubiese sospechado esta vagamundería de los políticos criollos creo que hubiera sido el primero en anexarle el país a España o cualquier otro país chupa sangre), pero bueno lo real fue que todo el país estaba de fiesta porque el Todo Poderos le había cobrado al ex presidente lo que la injusticia del país no pudo cobrarle (creo que me equivoqué nuevamente con el termino ese de justicia e injusticia pero a partir de ahora para que no haya más errores de mi parte, donde quiera que usted señor lector vea la palabra injusticia entienda justicia o viceversa, lo que sucede es: que en mi país las dos palabras son casi iguales).

Toda la familia del ex presidente estaba muy triste y preocupada aunque algunos de ellos estaban calculando lo que le tocaría de la inmensa fortuna que el ex había acumulado de todo lo que se había robado de las cuentas del estado, su hija (que era una rebelde) sin embargo era la única que en realidad estaba nerviosa y muy triste y la única que no estaba pensando en el dineral que estaba por caer del cielo, pero los demás no hacían otra cosa que sacar numeritos principalmente la esposa que había tenido una serie de disgustos y diferencias con el ex presidente las cuales surgieron en los cuatro años del muy mal gobierno, tan malo que destruyo el país por las cuatro esquina y también su hogar.

Sin embargo, su mujer estaba al frente de todo en cuanto a las atenciones medicas y su cuidado personal, mientras que el hijo (quien era el mayor de los dos que ellos tenían) el se ocupaba de los asuntos financieros, mientras que su hija como siempre estaba siendo marginada (quizás por el asunto de la adición a las drogas). Por otro lado los hermanos y hermanas del ex presidente viajaban constantemente desde la media isla hasta los Estados Unidos donde estaba postrado en un hospital de renombre el ex mandatario, ellos estaban gastando toda una fortuna en pasajes de ida y vuelta pero en realidad eso no le dolía, no porque lo querían mucho sino porque el dinero estaba saliendo de la cuenta del paciente que como ustedes ya saben el se lo había robado al pobre paisito como él mismo a veces lo llamaba en forma burlona. Muchos de sus ex funcionarios del muy mal gobierno que presidio el enfermo se concentraron en el famoso hospital anglosajón para así decir presente con la ilustre familia, ya que le agradecían bastante (¡imaginase usted porque!).

Dice un refrán popular muy famoso en mi país: “hierba mala nunca muere”, eso precisamente estaban diciendo casi todos los habitantes de la media isla en relación al ex presidente que andaba después del año de haberle dado el infarto vivito y coleando, si señor, como si nada hubiera pasado en su vida, y para que usted se caiga para atrás, estaba metido nuevamente en el afán politiquero, si señor, comprando simpatizantes a dos manos con todo el dinero que aun le quedaba de lo que se robó y sobornando a quien se le metiera por el medio para impedir su gran triunfo electoral y lo peor de todo: con muchísimas posibilidades de ser nuevamente presidente de la republica, porque casi todas las encuestas lo daban a él como seguro ganador y en la primera vuelta, aunque es bueno decir que la mayoría de esas encuestas eran muy bien pagada por el coordinador de su campaña electoral, la cual era muy costosa por cierto.

José Rafael Nuñez Corona

viernes, 28 de enero de 2011

El precio de un anillo

-Vengo maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no hago nada bien, que soy torpe y todos me rechazan. ¿Cómo puedo mejorar?, ¿qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después... -Y haciendo una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y tal vez después pueda ayudar.

-E... encantado maestro -titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien -asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba puesto en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dio al muchacho, agregando: -Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara, hasta que un viejito se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

Después de ofrecer su joya a todo el que se cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró a la habitación, donde estaba el maestro, y le dijo:

-Maestro, lo siento pero no es posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro -Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. No importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

Llegó a la joyería, el joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó, y luego dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-58 monedas?! - exclamó el joven.

-Sí -replicó el joyero -Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo. -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

domingo, 23 de enero de 2011

La Mancha En La Pared

Eran ya casi las doce y media cuando yo, aún sentado en el sombrío estudio de mi casa en la playa, armado con afilada pluma y envuelto en la armadura de mi batín de paño, me disponía a finalizar mi velada creadora, apagar las lámparas de aceite que iluminaban la estancia mientras me preparaba mentalmente para caer entre los mullidos brazos de Morfeo durante toda aquella noche invernal del 16 de febrero.

Lentamente terminé de retocar con un ligero trazo de mi pluma aquél poema al que había estado dando vueltas toda la tarde. Pero, pese a tener un fuerte sentimiento intuitivo alrededor de los primeros versos, finalmente observé abatido que había vuelto a escribir uno de aquellos poemas, entre vulgares y simbolistas, cuya fuerza estética (si es que tenían alguna) era sin duda el engañoso fruto subjetivo de mi voluntad frustrada y no de un maravilloso arranque de genialidad literaria.

Según Juan, mi inspiración (antaño tan creadora) se había detenido en el pasado, y nada, ni siquiera un sobrehumano esfuerzo por escribir, lograría hacerla volver a mi vieja pluma. Cualquier otro se habría reído de él: hay quien dice que la poesía es sólo fruto del perfeccionamiento estilístico y de un prolongado trabajo del poeta. Por desgracia, yo soy de los que buscan una poesía más intuitiva, menos fría y más humana. Por este último motivo yo estaba completamente desanimado y terriblemente apático en todo aquello que no implicase el escribir.

Aquella repentina "falta de talento" que experimenté durante aquél invierno vino acompañada, casi simultáneamente, por un cambio de mis preferencias artísticas: ya no surgirán de mi inconsciente pluma versos entonados al amor incontenible y confuso que sentía por la vida, la vida personificada en ella... Ahora se apoderaban de mi mente pensamientos de los más negros que pueden jamás haberse imaginado. Pero estas oscuras y tenebrosas sombras que acechaban mi alma eran sólo meros atisbos de una realidad no empírica que sentía fuera de lo que llamamos Mundo, algo más allá de lo que el ser humano puede llegar a comprender sin perder completamente el juicio.

Verdes espectros de seres escamosos con tentáculos innúmeros abordaban la complejidad de mis recuerdos, elevándose desde las siniestras brumas de mis sueños a la parte consciente de mi memoria, como si quisieran pasar a formar parte de mi realidad.

Yo, en lugar de asustarme, me proponía con seriedad y deseo los retos poéticos que estos temas en mí despertaban, ya que se me sugerían cosas inexplicables, seres indescriptibles... Sería un enorme placer describirlos usando las emociones que en el hombre despierte el verso, unas emociones que no son descriptibles mediante meras palabras, pues el hombre no puede más que intuir estas verdades como sombras de una figura monstruosa recortándose frente a la luz de la luna.

Por eso, cuando sueño con los seres que visitan mi cerebro por las noches, procuro estar alerta para, a la menor incidencia, despertarme; para así saber si comprendo la realidad que los compone. Sin embargo, no me atrevo a subir a mi habitación el material de escritura. No quiero que si algún día veo (o recuerdo) todo lo que en sueños se me ofrece y al despertar se me niega; sea capaz de plasmarlo en el papel, ya que sería ese un recuerdo que permanecería imborrable por el resto de mi vida, atándome a la locura permanente del que vive el miedo.

Las lámparas humeaban apagadas, mis pies se arrastraban con pesadez hacia las escaleras angostas que llevan a la buhardilla donde solía dormir. Entonces, al disponerme a subir los escalones de madera, me volví a fijar (como cada noche inquieta que pasé en mi nueva casa) en la húmeda mancha oscura de la pared del pasillo. Aquella mancha no tenía ninguna forma definida que me pudiera inspirar temor, pero una extraña inquietud me azotaba al mirarla, como si fuese la costra superficial de la piel de algo cuya realidad se hallaba tras aquella pared... hasta tal punto llegaba mi obsesión debido a la influencia de los sueños que me visitaban cada noche.

La observé de nuevo, como hacía cada noche al subir a mi habitación y, como todas las noches, comprobé que la humedad verde que formaba aquél putrefacto dibujo en mi pared seguía expandiéndose por ella, contaminando el blanco tabique de yeso.

Un paso hacia ella, mi mirada clavada en la desconchada superficie que abarcaba el cerco de humedad. Apartando inconscientemente la única lámpara que quedaba encendida en la casa (y que llevaba en la mano izquierda) de aquél trozo pútrido de pared. El olor agrio que emanaba de la mancha me invadió con violencia y me hizo retroceder, según creía yo, ligeramente mareado.

Ligeramente "intoxicado" por arcadas convulsivas y por nauseas (más bien mentales que fruto de la realidad que todos entienden por verdadera) retrocedí unos pasos y, después, recorrí rápidamente los peldaños de crujiente madera que me separaban de mi ansiado lecho. ***

Ya una vez metido entre las mantas, en lugar de sentirme evadido de todo temor, como era costumbre en mí, considerando ajeno a todo aquello que sucedía fuera de mi cuadrilátero lugar de reposo, más bien me sentía amenazado, debido a que era consciente de que "aquello" de lo que provenía el líquido rezumante en la pared de la planta inferior se hallaba justamente debajo de donde yo yacía.

Mirando al techo de color oscuro, que alcanzaba a distinguir debido a la tenue luz proveniente de la luna que penetraba entre las cortinas de mi habitación, no podía cesar de pensar en lo que se encontraba bajo mi suelo, entre los bloques de ladrillo y yeso que formaban el inexistente hueco de la escalera. El frío temor de un imaginario e inminente ataque desde debajo del colchón atenazaba mi espalda, haciendo que los riñones se contrajeran provocándome un grave dolor en la zona lumbar.

Traté de conciliar el sueño, tumbándome de lado. Mirando con los ojos, llorosos de cansancio, hacia el exterior de la ventana, hacia el cielo negro dónde la luna colgaba, ofreciéndome su luz. Pero la visión de la pálida luna (casi llena) no podía hacer más que rememorar en mí los recuerdos de todas aquellas bestias que disfrutan de sus presas por la noche... y no podía dejar de darme cuenta de que la noche, aunque implique el descanso de lo humano, no deja de ser el día para monstruos innombrables capaces de cualquier atrocidad.

Todos mis pensamientos me inquietaban. Llegué a sobresaltarme del propio tacto del pijama, incluso de mis sábanas, húmedas por el frío sudor, símbolo del miedo,

Tras algunas horas (que quizás fueron minutos, pero que la eternidad del pánico convirtieron en siglos) de oir un impertinente goteo en el piso de abajo, ya advertido por mí desde el primer día, pero que nunca había merecido más consideración que lo meramente rutinario, sentí que me volvía loco. Esperaba, mirando hacia la inmóvil puerta, que ésta se abriese dejando franco el paso a la innominable criatura que vivía bajo mi escalera.

Me levanté, con miedo de poner los pies sobre el marmóreo y frío suelo, y me dirigí hacia la ventana, abriéndola y sacando mi cabeza al frío ambiente nocturno. Me tranquilicé bastante al ver las blancas nubes corriendo suavemente bajo el albo satélite lunar, al oír al grillo, cantor de la noche, cuya canción puede llegar a exasperar al durmiente frustrado, pero que a mí me devolvió a la realidad que estaba a punto de perder por siempre.

El aire fresco me sentó muy bien, la cordura se volvió a adueñar de mi persona, desterrando a la locura intuitiva que había exagerado hacía tan poco rato, debido a mi espíritu extremadamente emotivo y exagerado. La soledad que me acompañaba desde el día que compré el caserón hacía que mi imaginación volase alto y en torno a lugares que jamás habría querido yo, voluntariamente, visitar. Pero ya estaba todo en paz de nuevo. ***

Al entrar de nuevo en mi rancia habitación, la desesperación y el desaliento me aplastaron bajo un peso sobre mis hombros y mi alma que me hizo caer, inerte, al suelo. Aquello existía, la puerta estaba entreabierta, y la maligna entidad que permanecía junto a los peldaños de madera, emparedada desde hacía innumeros años, dejaba ver un reflejo de su corrupta y leprosa alma, bajo la forma de una neblina color mostaza que ascendía de debajo de la cama en forma de pútridas volutas de humo cuyo amargo olor se me hacía insoportable.

Entonces, en un arranque de furia provocada por mi locura, bajé a la planta baja, pasando sin volverme junto a la monstruosa mancha de la pared. Entré, con la lámpara de aceite que portaba en alto, en el trastero donde guardaba todas las pertenencias olvidadas por el anterior dueño de la casa, y, no encontrando ningún pico ni martillo lo suficientemente grande, agarré un hacha roma, vieja y rojiza por el óxido, volviendo hacia las escaleras, fuente y fin de mis temores más profundos e incomprensibles.

El primer golpe descargado por el filo viejo sobre el yeso, que saltó en pedazos blanduzcos, rezumantes de un verdoso limo, hizo que la cabeza del hacha se hincase en la pared... y al sacarla de su aprisionamiento, un tufo agrio (como el de la leche pasada) inundase todo el corredor.

Mareado por la vaharada del pútrido aliento de la pared, y exaltado por mi febril estado, continué descargando golpes al tabique, que en lugar de despedir trozos compactos de yeso carcomido por el impacto del pico, empezó a supurar grandes cantidades de verde y denso líquido que empapaba el suelo y salpicaba las paredes.

No se cuánto tiempo permanecí golpeando la infecta muesca hecha por mí en la pared, pero con el esfuerzo de mi mente enferma logré abrir un agujero en ella de, más o menos, el diámetro de mi cabeza.

Fui a asomarme por el negro boquete rodeado de chorreantes babas y algunos gusanos interceptados por mi hacha durante su trayectoria por el yeso. Pero cuando acerqué mi rostro al agujero una vaharada de fétido aire invadió mis fosas nasales, provocándome un terrible shock. Caí contra la pared del pasillo magullándome el hombro izquierdo.

Pero en aquellos momentos no sentí ningún dolor, mis sentidos se hallaban saturados por el aullido de mis lacerados pulmones, quemados por aquél corrupto aire...

En aquél momento miré de nuevo el agujero... Jamás podré describir, ni en el más melancólico poema -por muy tenebroso e inquietante que éste sea- la parte de la figura que asomó durante aquel breve instante por el otro lado del improvisado vano, para después retroceder, dejando que aquello que chorreaba por las paredes de la sala volviese a cubrir el agujero: ventana hacia un mundo exterior que aquél recluido ser parecía preferir ignorar por el momento.

Ahora me encuentro tumbado en una cama del hospital situado a las afueras del pueblo, hospital que tantas veces divisé desde mi buhardilla durante los s días claros, tan escasos en aquella comarca costera. Recuerdo aquella noche de incomprensible locura e irremediable temor. Nadie, si siquiera los médicos que me encontraron en aquel estado casi catatónico, me quieren explicar cómo me hallaron y la situación del pasillo de mi casa...

Ayer, un colega de profesión y gran amigo me comentó que, cuando él llegó a mi casa, la pared que yo le indiqué por señas olía a yeso fresco y aún estaba blanda, evidenciando alguna reciente obra. Esto es prueba de que aquello existe, y yo volveré a la casa para derruir esa pared y desvelar ese ente que garantizará atemporalmente una inagotable inspiración por el resto de mis días...


POR VICENTE MARTI

sábado, 22 de enero de 2011

EL PERRO Y KAKASBAL

Un hombre era tan pobre que siempre estaba de mal humor y así no perdía la ocasión de maltratar a un infeliz perro que tenía. Kakasbal [espíritu del mal], que está en todo, vio que podía sacar partido de la inquina que seguramente el perro sentía contra su amo y así se le apareció y le dijo:
—Ven acá y dime qué te pasa, pues te veo triste.
—Cómo no he de estarlo si mi amo me pega cada vez que quiere— respondió el perro.
—Yo sé que es de malos sentimientos. ¿Por qué no lo abandonas?
—Es mi amo y debo serle fiel.
—Yo podría ayudarte a escapar.
—Por nada le dejaré.
—Nunca agradecerá tu fidelidad.
—No importa, le seré fiel.
Pero tanto insistió Kakasbal que el perro, por quitárselo de encima, le dijo:
—Creo que me has convencido; dime, ¿qué debo hacer?
—Entrégame tu alma.
—¿Y qué me darás a cambio?
—Lo que quieras.
—Dame un hueso por cada pelo de mi cuerpo.
—Acepto.
—Cuenta, pues...
Y Kakasbal se puso a contar los pelos del perro; pero cuando sus dedos llegaban a la cola, éste se acordó de la fidelidad que debía a su amo y pegó un salto y la cuenta se perdió.
—¿Por qué te mueves?— le preguntó Kakasbal.
—No puedo con las pulgas que me comen día y noche. Vuelve a empezar.
Cien veces Kakasbal empezó la cuenta y cien veces tuvo que interrumpirla porque el perro saltaba. Al fin Kakasbal dijo:
—No cuento más. Me has engañado; pero me has dado una lección. Ahora sé que es más fácil comprar el alma de un hombre que el alma de un perro.

miércoles, 12 de enero de 2011

Azazel, El Demonio de dos centímetros


Escritor: Isaac Asimov

Sinopsis: Azazel consiste en unos breves relatos fantásticos en los que el humor corrosivo se concentra en la figura del protagonista, Azazel, un diminuto demonio de 2 ctms. que desprecia la humanidad y que, obligado a ayudar a algunos de nuestra condición, produce resultados más que sorprendentes.

Cierran el círculo el insoportable propietario del pequeño demonio, George Bitternut, descendiente de aristócratas europeos, entre los que se halla, según cuenta él mismo, el rey danés que osó conquistar Inglaterra en el siglo XI, un personaje engreído y gorrón, y el aprovechado oyente de George, el propio Asimov, que se interesa en las historias porque le resultan útiles para escribirlas y venderlas.

Año y Editorial: Plaza&Janés, 1988

Género: Cuentos

Crítica: Este es uno de los grandes libros de Asimov, aunque se sale un poco de las pautas a las que nos tiene acostumbrado, no por ello es de menor calidad, toca el tema de la fantasia,con tintes de humor. Fue publicado en 1988.
El libro en si trata de un demonio de color, rojo de dos centimetros escasos de estatura, muy impetuoso y con poderes magicos. Ya que este demonio no comprende a los humanos ni las situaciones que los rodean provoca situaciones inesperadas, pero muy divertidas.
Otro de los personajes es George Bitternut, un personaje descarado, sin verguenza, en una palabra un vividor.
Azazel y el se conocen, y siempre acababa haciendole favores para terceras personas, que casualmente terminaban sufriendo las consecuencias de dichos favores, todas ellas muy particulares. Inclusive el propio Asimov, que era el paño de lagrimas, el que escuchaba a George todas sus penas, sus problemas, sus historias acababa sufriendo las mismas consecuencias. Tambien Asimov sufria otras consecuencias como que cada vez que se topaba con George terminaba prestandole algunos dolares, bueno eso de prestar es por decir algo, por que la verdad no recuerdo haber leido que le devolviera el mas misero penique.
Si os ha gustado este pequeño comentario y quereis saber que tipos de favores hecia este pequeño demonio, y que situaciones divertidas provocaba, teneis que leerlo, es lo mejor de esta obra. Y por supuesto no iva a desvelarlo..... Un saludo a todos (www.dooyoo.es).

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sábado, 25 de diciembre de 2010

La Araña Soñadora


Debe de haber sido hija de un acróbata
esta araña de panza verdinegra
que se pasa en la red, cabeza abajo,
colgada a cinco metros de tierra.

Con hilachas plateadas y con sueños
ha tejido la tela más perfecta
y es tan fino, tan fino si trapecio
que la brisa lo busca y no lo encuentra.

Es una araña soñadora. Piensa
que viajará en un circo, por el mundo
y entre el pliegue afelpado de la sombra
siente el aplauso de su inmenso público...

Trenza sus hilos con fervor artista
o como si escribiera una novela...
La hace dormir un rizo de la luna
y un collar de rocío la despierta.

¡Y así espera esta araña soñadora
ensayando en su tela de constancia,
toda vestida de color tabaco
y lazos verdinegros en la panza!

Oscar Jara Azócar (Chile)

lunes, 13 de diciembre de 2010

Los funerales de Mamá Grande


Escritor: Gabriel García Márquez

Sinopsis: Bajo el lema de estos funerales mitológicos, Gabriel García Márquez reunió en 1962 siete relatos y la novela corta que da título al presente volumen, en el que aparece ya en todo su esplendor el elemento mágico y telúrico que a partir de entonces definiría su obra, sin apartarla, por ello, de la realidad. Estamos en Macondo y su región una vez más, entre personajes y episodios reconocibles, pero ahora caen pájaros muertos sobre el poblado, rompiendo mosquiteros y alambradas, un cura ve al diablo o afirma haber encontrado al judío errante, y visitar la tumba de un ser querido supone un riesgo impredecible. Y hay que enterrar a la Mamá Grande, soberana absoluta de este mundo, que falleció en olor de santidad a los noventa y dos años, tras haber conservado la virginidad durante toda su vida, y a cuyos funerales acude el presidente de la República y hasta el Sumo Pontífice en su góndola papal, pero también guajiros, contrabandistas, arroceros, prostitutas, hechiceros y bananeros llegados para la ocasión…

Año y Editorial: Oveja Negra, 1962

Género: Cuento

Crítica: Los funerales de mamá grande (como otros libros escritos por Gabriel García Márquez), se caracteriza por ser un relato de “realismo mágico”.

El escritor en todos sus libros, se encarga de discutir problemas sociales que afectan a su país de origen. Generalmente trata sobre temas relacionados a las injusticias que las personas sufren, especialmente causadas por países desarrollados, o con más autoridad.

En este caso, también se presentan, por ejemplo, mediante personajes, o “símbolos” las dificultades que deben afrontar las personas empobrecidas, o marginadas, contra una sociedad no muy justa, y con tendencia a discriminar.

Este cuento al principio de la obra, empieza estableciendo diferencias entre las diferentes clases sociales, o diferentes partes de América Latina (esto se ve mientras la madre y su hija viajan en tren). Por un lado se ve la zona rural, las plantaciones, las casas de maderas, la gente con carretas, etc.; por el otro en cambio se observa la zona urbana de América Latina, decir, las oficinas, las casas de ladrillo, residencias, etc. Sin embargo en esta obra, no se encuentra mucha diferencia, o una discriminación “fuerte” ya que de alguna manera tanto la mujer como las demás personas pobres, aceptan su realidad.

Un ejemplo claro de esto es al final, cuando la mamá y su hija se dirigen a la iglesia a pedirle al cura la llave del cementerio para ir a visitar la tumba de su hijo, y encuentra a la gente del pueblo observando desde las ventanas, esto simboliza a la gente que discrimina, ya que miran de una manera despectiva; sin embargo, ellas aceptan esa realidad y se alejan sin darle importancia.

En si en esta obra se trata mucho el tema de las diferencias que se hacen entre las diferentes clases sociales. La figura de la madre y la hija representan a la gente marginada por la sociedad, también se observan diferentes situaciones que deben afrontar como el viaje en tren en malas condiciones, las diferencias en las zonas que van observando en su viaje, la iglesia, la muerte de un familiar, y la discriminación del pueblo. Aunque ellas enfrentan esas situaciones de una buena manera, y sin darle mucha importancia (obtenido de: http://html.rincondelvago.com/los-funerales-de-la-mama-grande_gabriel-garcia-marquez_4.html)

Diego Molina (30 de agosto de 09)

Es un libro irregular, con algunos escritos rescatables y con un nivel bajo. De todos, según mi opinión, el mejor es La siesta del martes.(lecturalia.com)
vanegmz (25 de abril de 09)
Uno de los libros que más disfruto de García Márquez, la forma en que exagera los eventos de un funeral sin llegar a estar fuera de contexto es única y muy divertida.(lecturalia.com)

Links de interés:

Puede leerse el libro en:

sábado, 11 de diciembre de 2010

El Silbón


En los llanos venezolanos se conoce como El Silbón y la narrativa dice que es un hombre alto y delgado que mide como seis metros.

La descripción que presentan quienes lo han visto y escuchado; dicen que es la de un hombre desproporcionado, muy alto, que camina sobresaliendo por encima de la copa de los árboles emite un silbido espeluznante y lleva un costal lleno de huesos que los hace sonar como una matraca de Semana Santa.

La leyenda dice que el Silbón es el ánima en pena de un hijo que mató al papá y le comió la asadura (o sea el hígado, el corazón y el bofe). El muchacho fue criado toñeco (mimado), no respetaba a nadie. Un día le dijo a su padre que quería comer vísceras de venado. Su padre se fue de cacería para complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto, el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mato, le sacó las vísceras y se las llevó a su madre para que las cocinara. Como no se ablandaban, la madre sospechó que eran las "asaduras" de su marido. Preguntándole al muchacho, este confesó la verdad.

De inmediato lo maldijo "pa' to' la vida". Su hermano Juan lo persiguió con un "mandador", le sonó una tapara de ají y le azuzó el perro "tureco" que hasta el fin del mundo lo persigue y le muerde los talones.

En los llanos orientales de Colombia se conoce como el silbador; se dice que es el espanto sin rumbo de un alma en pena de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado y busca la compañía de alguien que cabalgue a deshoras de la noche por los senderos de esta llanura.

Otros dicen, que persigue a las mujeres en estado de embarazo; este silbador emite un silbido largo y agudo que penetra por los oídos y al mismo tiempo se siente un frío intenso que congela a las personas. Hay la creencia de que cuando silba bien agudo es una mujer que se va a morir; pero si por el contrario el silbido es grueso, es un hombre o un amigo el que muere.

Extraido de www.venezuelacoplasyleyendas.com

Otra versión dice que Cuentan que hubo una vez un joven que descubrió que algo extraño estaba pasando entre su padre y su esposa.Unos dicen que el viejo le pegó a la joven. Otros sostienen que la violó.“Lo hice porque es una regalada”, fue la explicación que el viejo dio a su hijo.
La leyenda sigue con que el joven estalló en furia, y se enfrascó en una pelea a muerte con su padre.

De los dos, el padre llevó la peor parte. El joven le asestó un fuerte golpe en la cabeza con un palo, que lo tumbó en el suelo, donde el hijo se le abalanzó y lo ahorcó.

El abuelo del joven, que escuchó de la pelea, fue en busca de la víctima, a todos los efectos, su hijo. El abuelo juró castigar al joven, su propia carne y sangre, por el horrendo crimen que había cometido… contra su propia carne y sangre.

Poco tardó en encontrarlo. Entonces lo amarró y le propinó una andanada de latigazos con un “mandador de pescuezo”, típico del llano.

“Eso no se le hace a su padre…Maldito eres, pa´ toa´ la vida”, le decía.

Para completar la sanción, le frotó ají picante en las heridas y echó al perro para que lo persiguiera. Hasta el fin de los tiempos le muerde los talones.

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